Castelló, en una prosa sumamente poética, nos trae un poema de doble lectura en donde ellas, las mayúsculas, pueden ser mujeres, o palabras.
Estaban ahí hace mucho tiempo acurrucadas en penumbra silenciadas oprimidas por el vértigo nadando entre la desazón y el desconcierto. Tal vez fueron perdiendo el sentido o el coraje Tal vez se ahogaron en sí mismas o cayeron malheridas Tal vez las desorientó el vacío o el ruido ensordecedor de las falacias o un tumulto de congojas y de lágrimas Estaban ahí, aturdidas, contradictorias atrapadas en el refugio engañoso del pensamiento latiendo suave, casi imperceptibles. En ocasiones, el temblor de las entrañas las puso inquietas las incitó al desorden. En ocasiones, se vieron volver empoderadas Lo cierto es que no murieron. Tal vez las replegó la duda o quisieron modelar la espera. Tal vez midieron tiempo y desafío. Lo cierto es que un día celebraron la luz un día volvieron a reunirse perplejas tambaleantes enlazadas unas a otras. Un día volvieron a ser poema.