Con una fragancia a muerte color carmesí, Salas nos trae el poema que camina sobre las veredas rajadas. Un libro de poemas viejo, una enredadera en la mochila y el ahorque del guardado, quiero leer este poema y dibujar los bordes con lapicera roja.
una lapicera roja, un libro de poemas viejo y para usar aunque usado ya por otras manos una bufanda el encendedor del kiosco porque leímos que apagar las velas es festejar la corta espera de algo llamado muerte y si el encendedor reaviva el fuego por qué no alargar esa espera un rato al menos un girar de las ruedas de un auto una pulsera mal trenzada con hilos que se atan formando nudos y se tragan a sí mismos en un sin fin de puntos multicolores cuando la trenza debía ser uniforme, color carmesí una caminata por veredas anchas por calles arregladas y no baldosas que se quiebran ni bien apoyamos los pies para eso estamos nosotras decimos, entre risas un poema un poema un poema pero la enredadera que había guardado en la mochila detrás de los libros se peleó con la pulsera mal cosida y la bufanda se ahorcó de tanto doblarse y yo quedé vacía de palabras